Tal vez nunca hayas visto comer a un caracol terrestre, pero te aseguro que su apetito no tiene nada que envidiar al de un carnívoro. De hecho, en muchos lugares su alimentación significa un auténtico problema para los seres humanos.
Dieta de caracol
La mayoría de los caracoles terrestres mantienen una dieta herbívora, pero otros son omnívoros y algunos incluso carnívoros. Cada una de las especies tiene hábitos alimenticios diferentes, según su tamaño, su edad, su hábitat y sus requerimientos nutricionales individuales.
Aquellos caracoles herbívoros consumen una variedad muy amplia de partes de plantas vivas: hojas, tallos, cultivos vegetales, cortezas y frutos. Muchos consumen hongos y setas, y otros más pueden ocasionalmente añadir algas, si bien estas son parte importante de la dieta de los caracoles de agua dulce.
Algunos caracoles disfrutan plantas que ya están muertas, así como de animales o cualquier materia orgánica muerta. A estos individuos se les llama detritívoros, porque se alimentan de detritos o residuos sólidos que permanecen en el suelo.
Los caracoles carnívoros comen varios tipos de animales pequeños. Es el caso de las especies del género Powelliphanta, que viven en Nueva Zelanda, las cuales se alimentan de otros moluscos gasterópodos como las babosas y de lombrices, entre otros animales terrestres.
Por otra parte, los omnívoros pueden integrar plantas y animales a su dieta, pero por lo general estos animales prefieren la carne de otros animales terrestres por lo que prácticamente se les llama depredadores. Por ejemplo, la especie Rumina decollata es capaz de comer otras especies de caracolas, babosas, anélidos como las lombrices y en menor medida, plantas.
Una boca singular
La boca de los caracoles terrestres es desconocida para la mayoría de las personas. ¿Te has preguntado cómo comen? Si no, ya es hora de que sepas que estos moluscos poseen una serie de dientes, pequeñísimos, pero completamente funcionales al momento de comer.
La estructura bucal de los caracoles se llama rádula. Dentro de ella se hallan hileras de dientes de quitina. Cuando la comida entra a esta especie de saco, los dientes no la cortan o trituran como lo harían los dientes humanos. En vez de ser masticada, la comida es raspada o rota y después pasa al esófago para continuar el proceso de digestión.
Los dientes sufren mucho desgaste conforme pasa el tiempo. Por eso, continuamente son sustituidos por otros. No todas las especies tienen el mismo número de dientes. Algunos poseen hileras con unos cuantos, pero en otros la cantidad llega a sobrepasar los cientos.
¿Una alimentación problemática?
Ciertas especies terrestres, como el caracol gigante africano (Achatina fulica), constituyen un dolor de cabeza para los agricultores y dueños de zonas de cultivo, ya que no tienen reparo en consumir especies vegetales económicamente valiosas como el cacao, el pepino, la papaya, el frijol, la calabaza, la coliflor y algunos cereales, solo por mencionar algunos. Esta especie es considerada en muchos países un animal invasivo y una plaga que genera importantes pérdidas económicas.
Pese a lo anterior, otros caracoles han sido usados a su vez como controladores de plagas, ya que pueden comerse parásitos dañinos para ciertas plantas.