La reproducción de los caracoles terrestres se caracteriza por ser llevada a cabo bajo circunstancias curiosas. En primer lugar, la mayoría de estos moluscos gasterópodos son hermafroditas, así que un solo caracol puede tener órganos reproductores masculinos y femeninos. En segundo lugar, muchas veces dos individuos copulan en lugar de autofecundarse; y en tercer término, tienen la costumbre de lanzar unas estructuras denominadas “dardos del amor” justo antes del apareamiento.
Desde el apareamiento y más allá
El apareamiento de los caracoles implica una reproducción sexual. Durante la copulación, ambos individuos pueden transferir esperma uno a otro, pero no sucede en todos los casos. El esperma es transferido por medio de un pene copular o espermatóforo que sale del cuerpo durante la cópula. Entonces, los espermatozoides nadan a través del interior del cuerpo del otro caracol para fertilizar los óvulos posteriormente.
Cuando la fertilización se produce, los huevos efectivamente se desarrollan. La puesta de huevos ocurre en los días siguientes, pero el tiempo depende de cada especie.
Como son animales promiscuos, son capaces de almacenar el esperma de parejas anteriores durante mucho tiempo, incluso años.
Antes de poner sus huevos, algunos caracoles construyen un nido en una oquedad, entre la vegetación o en el suelo. Si es en este, el animal excava con ayuda de su pie ventral hasta obtener un agujero de 5 a 10 centímetros de profundidad. Una vez que el caracol está seguro, pone hasta 100 huevos redondos y pequeñísimos, frecuentemente blancos, rodeados por una capa viscosa que les sirve de protección. Por lo general, miden entre 3 y 6 milímetros de diámetro.
Gran parte de los huevos de caracoles terrestres termina como alimento de numerosos depredadores, a pesar de la capa protectora externa y de ser resistentes al frío y al calor. Hasta los seres humanos han cogido gusto a estos productos, a los que se conoce como caviar blanco o simplemente caviar de caracol, los cuales son consumidos en algunas regiones del mundo.
Los caracoles de tierra pueden poner huevos una vez al mes.
De cría a adulto
La concha del caracol se desarrolla desde que este es un embrión dentro de su huevo. En condiciones favorables, los huevos eclosionan después de aproximadamente 2 semanas-1 mes y emergen caracolillos con una concha débil. Por lo tanto, necesitan alimentarse para obtener calcio, y debido a esto pueden consumir los restos de la cáscara de su huevo e incluso otros huevos que aún no han eclosionado.
Las crías muestran, además de una concha débil, un cuerpo casi transparente que adquiere fuerza y color a medida que crece. El primer tono que suelen mostrar es azulado, pero después se torna marrón o del color que caracteriza a su especie. Crecen sumamente rápido, pero muy pocos llegan a cumplir un año de edad. En general, los caracoles son víctima de numerosos depredadores, y los individuos jóvenes son aún más vulnerables debido a su desarrollo incompleto.
La vida entera de un caracol terrestre no es muy duradera en términos humanos. Un solo caracol puede vivir de 2 a 7 años según su especie, pero en cautiverio la expectativa de vida puede alargarse hasta los 10 o 15 años. En contadas ocasiones han superado estas edades.
Estivación e hibernación
Algunos caracoles de tierra entran en un período de letargo en el que disminuyen su tasa metabólica y tanto la respiración como el ritmo cardíaco se vuelven más lentos. Si sucede en verano se llama estivación, pero si ocurre en invierno se trata de hibernación. Para mantener su humedad y protegerse de los depredadores, los individuos se retraen en su concha y segregan una capa de moco llamada epifragma, que cierra la apertura.
Algunos caracoles jóvenes muestran una tendencia a permanecer cerca del sitio donde sus huevos eclosionaron, y si se alejan, regresar ahí en las mañanas.