¿Una delicadeza gastronómica?
Se tiene constancia de que los caracoles de tierra han sido consumidos por los seres humanos desde hace miles de años. Son bajos en grasa, altos en agua y proteínas y pueden prepararse de varias formas. Su consumo no es muy común en zonas de América, pero en Europa se preparan en platillos considerados manjares.
La helicicultura es la práctica de la cría de caracoles con el propósito de destinarlos para uso humano, aunque mayormente como alimento. Según el historiador griego Plinio el Viejo, la helicicultura era practicada en la finca de un hombre, llamado Fluvius Hirpinus, situada en una zona de lo que hoy es Italia, en 50 d. C. Sin embargo, los caracoles ya se consumían desde épocas prehistóricas, según descubrimientos de conchas presuntamente asadas.
Los romanos tienen una antigua historia de consumo de caracoles. Según Plinio el Viejo, Fluvius Hirpinus alimentaba a sus caracoles con vino y carne, lo que da una idea de lo importantes que eran ya en la cocina romana. Hoy en día, los platillos elaborados con caracoles de tierra son delicias en muchas zonas de Francia, Gran Bretaña y algunos países más, en donde adquieren precios elevados y se consumen en platos y cubiertos especiales.
No todos los caracoles de tierra son comestibles, desde luego. En Francia, donde se les conoce como escargot, se consumen sobre todo el caracol romano (Helix pomatia), el caracol de jardín (Helix aspersa) y en menor medida, el caracol europeo (Helix lucorum). Helix aspersa es llamado Le petit gris en Francia, y escargot es también un aperitivo servido en muchos restaurantes de Francia y España.
Otras especies comestibles son Cepaea nemoralis, Cepaea hortensis, Achatina fulica, Helix aperta y Otala punctata. La preparación de cualquiera implica dejar en ayuno a los caracoles durante unos días para ser purgados, eliminar sus vísceras, cocerlos y muchas veces, colocarlos de nuevo en los caparazones para ser servidos. Por lo general se les prepara con mantequilla, ajo y algunos tipos de hierbas como eneldo y perejil y se les sirve en su propia concha sobre un plato especial para evitar que se deslicen sobre sí mismos. La carne tiene una textura un poco dura. Además, los huevos pueden ser consumidos a manera de caviar.
En diversas partes de la zona del mediterráneo es posible encontrar en los supermercados caracoles y huevos enlatados. En definitiva, existen muchos platillos elaborados con caracoles terrestres y en ciertas zonas forman parte de la gastronomía distintiva. Aún existen granjas destinadas a su cría, principalmente en Francia, Indonesia, Polonia, Grecia y Alemania. Solo en Portugal, cada año se consumen cerca de ¡4,000 toneladas de caracoles terrestres!
Incluso existe un evento anual dedicado a ellos. L’Aplec del Caragol es un festival gastronómico celebrado durante 3 días en Lérida, España, a finales del mes de mayo. Está dedicado al caracol terrestre como alimento, especialmente la especie Helix aspersa, caracol de jardín, y atrae a cientos de visitantes que disfrutan de otras actividades aderezadas con música.
Peligro en la comida
Aunque el consumo de caracoles terrestres está muy presente en la gastronomía y es parte de la cultura de algunas regiones, preocupa el hecho de que estos animales a veces son portadores de varios parásitos, principalmente nematodos. Si no se limpian o cocinan adecuadamente, los parásitos son capaces de afectar al cuerpo humano y producir padecimientos letales como meningitis.
Tanto la manipulación como la cocción de los caracoles de tierra deben ser sumamente cuidadosas para evitar cualquier problema de salud. Si no estás seguro de su especie, su procedencia o su manejo, evita llevártelos a la boca.