¿Puedes recordar algún caracol terrestre famoso? Seguramente te viene a la mente Gary, el curioso amigo de Bob Esponja, pero este es un caracol marino.
Los caracoles terrestres han estado presentes en diversos aspectos de la cultura humana, lo que incluye leyendas, mitos, películas, libros y obras pictóricas. Sin embargo, no solo los caracoles ficticios tienen una importancia relevante, sino también aquellos anónimos que forman parte de las costumbres y tradiciones de una región.
Uno de los ejemplos más claros de esto último se encuentra en las carreras de caracoles. Sí, leíste bien: en algunos países, pero principalmente Reino Unido, se celebra cada año un evento en el que, como si de caballos se tratase, la gente lleva a sus caracoles de tierra y los pone a competir en una carrera sobre una pista con forma de círculo. Por supuesto, gana el que primero llegue a la meta.
Las carreras de caracoles pueden carecer de la relevancia que tienen otros tipos de carreras, pero atraen a curiosos de todo el mundo y se han convertido en una tradición única ahí en donde se celebran. Una de las más famosas es la World Snail Racing Championships, que se organiza cada año desde la década de 1960. Pareciera que estos eventos resultan aburridos o muy largos, pero en realidad los habitualmente lentos competidores no suelen tardar más de unos cuantos minutos en terminar o en cruzar la meta.
Caracoles en las culturas antiguas
Además de su caparazón en espiral, la lentitud del caracol lo ha hecho destacar entre los animales. Estos no eran desconocidos para los hombres de las antiguas culturas, quienes comenzaron a atribuir simbolismos relacionados con los caracoles. Hasta el día de hoy, el caracol es un símbolo de la pereza, uno de los pecados capitales del cristianismo.
De hecho, la lentitud del caracol ha hecho que sea un animal frecuentemente asociado con la pereza, y también ha sido usado como parte del lenguaje metafórico. Aunque en algunas zonas es más común llamar “tortuga” a alguien muy lento, en otras zonas también se llama “caracol” a una persona de lentos movimientos, o se dice de ella que camina a “paso de caracol”.
Por otra parte, los hábitos de los caracoles terrestres podían ser indicadores de algunos sucesos. Hesíodo, un poeta de la Antigua Grecia, registró que cuando los caracoles escalaban los tallos de las plantas, era tiempo de cosecha.
La gastronomía es también parte de la cultura, y aunque hoy en día el consumo de caracoles terrestres no es una práctica muy difundida alrededor del mundo ni tan vilipendiada como la del consumo de otros animales, ha sido llevada a cabo desde hace varios siglos atrás. Los antiguos romanos elaboraban platillos con la carne e incluso el historiador Plinio el Viejo mencionó la existencia de una granja donde el dueño criaba caracoles de tierra.
En la actualidad, la especie Achatina fulica es usada en algunas ceremonias religiosas en Brasil, como ofrenda a la deidad llamada Oxalá.
Caracoles terrestres en el arte
Desde bodegones hasta obras del arte contemporáneo, los caracoles de tierra han tenido presencia en varias disciplinas artísticas. Sobresale su papel en muchas pinturas del arte cristiano, donde se le consideraba símbolo de, además de la pereza, del pecado, ya que es un animal que no se esfuerza mucho en conseguir alimento pues come casi cualquier cosa orgánica en el suelo. También se creía que había nacido del barro.
En Anunciación y la natividad, de Francesco Del Cossa, y en La virgen y el niño con los santos Francisco y Sebastián, de Carlo Crivelli, ambos pintores italianos del Renacimiento, se aprecia un caracol. En épocas recientes, L’escargot (El caracol), un collage de Henri Matisse, destaca como una de las obras elaboradas con recortes de papel del genial artista.
En la literatura, uno de los más conocidos es el que aparece en Las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi, como un caracol que trabaja para el Hada Azul. El poeta español Félix María Samaniego hizo al caracol de su fábula La mariposa y el caracol dar una lección de humildad a una bella mariposa que lo despreció, con versos como:
“Si no te conociese,
(respondió el caracol) en mi conciencia
Que pudiera temblar en tu presencia.
Mas dime, miserable criatura,
Que acabas de salir de la basura,
¿Puedes negar que aún no hace cuatro días Que gustosa solías
Como humilde reptil andar conmigo,
Y yo te hacía honor en ser tu amigo?”
Una de las más recientes películas en usar a caracoles terrestres es Turbo (2013), una cinta animada que tiene como protagonista a un gasterópodo llamado Turbo, obsesionado con la velocidad, que se lanza a una aventura en su sueño por ser el más veloz. En El reino secreto (Epic, 2013), otra película animada, aparece un caracol llamado Grub que funge como cuidador de la reina Tara. Cabe mencionar que en la versión cinematográfica de 1984 de La historia sin fin (o La historia interminable) y en la novela del mismo nombre de Michael Ende, aparece un personaje llamado que monta un caracol de carreras.
¿Has recordado más casos de caracoles en la cultura?